Intervención de la CSA en el seminario “Unions for Climate Ambition” Strategy Day - Dia de Estrategia Sindical

Esta intervención se realizó en el marco de la COP25, 8 de diciembre 2019, en Madrid. Por Natalia Carrau.
Casi desde el inicio de la creación de la Confederación Sindical de trabajadores y trabajadoras de las Américas (CSA) inauguramos un grupo de trabajo para debatir sobre la cuestión ambiental y su relación con el trabajo.
Gran parte de la
discusión de este grupo ha nutrido las posiciones y perspectivas de la CSA.
Por otra parte, un importante punto de inflexión fue la elaboración de la PLADA que coloca en el modelo de desarrollo, en las formas de producción y consumo los aspectos centrales para el sindicalismo de las Américas. Es en esta discusión en la que se inserta el tema medio ambiente.
La apuesta por una perspectiva de desarrollo sustentable para el movimiento sindical es contemplar en esencia los principios de la justicia social y el trabajo decente: la protección y ampliación de derechos para todos y todas, en donde el papel del Estado sea fundamental para la regulación y control del mercado, y para la provisión de las necesidades de la población, y por eso consideramos que es central la recuperación de los servicios públicos, incluida la energía. Estos servicios que garantizan el goce de derechos humanos fundamentales, tienen que estar en manos de los Estados y tienen que tener un control popular.
Pero además, un desarrollo sustentable con justicia social y trabajo decente requiere la modificación de las reglas que dirigen la economía y el comercio mundial ya que estas condicionan el tipo de políticas y la orientación de las estrategias de desarrollo definidas soberanamente por los países.
La efervescencia y movilización social alrededor del combate al cambio climático ha vuelto a poner en discusión el término de desarrollo sustentable y las políticas que los países deben implementar para un crecimiento y desarrollo que no comprometa a las generaciones futuras. A la disputa en torno al concepto ahora también se le suman iniciativas para combatir el cambio climático que aún no discuten desde una perspectiva sistémica. Así, los países del Sur Global nos insertamos en discusiones que nada dicen sobre la división internacional del trabajo ni sobre iniciativas genuinas que harán que la región pueda modificar su inserción periférica, notoriamente basada en materias primas con una fuerte transnacionalización de sus economías y trabajos fuertemente precarizados.
Por tanto la cuestión ambiental está en la base de la perspectiva del desarrollo sustentable para el movimiento sindical. Pero sabemos que esto no lo lograremos sino discutimos antes el modelo de producción y consumo. No parece ser esa la intención de estas negociaciones del clima.
En la región tenemos la sospecha de que no será suficiente con implementar planes de transición justa si no discutimos y demandamos al mismo tiempo un cambio del modelo productivo. Ese modelo hoy también nos propone una "precarización 4.0" de la mano del trabajo de plataformas y de la narrativa del emprendedurismo como una suerte de solución mágica al empleo a través del autoempleo. Un empleo sin protección social, sin salario mínimo, sin un horario de trabajo, sin seguridad social, sin seguro de salud. Casi que no podemos llamarlo empleo, sino explotación.
Entonces la conexión de los desafíos y las luchas también tienen que encontrar un espacio en nuestra acción sindical porque el modelo es el mismo y quien precariza y explota la clase trabajadora son los mismos que mercantilizan la naturaleza y causan la crisis climática que hoy enfrentamos.
Me gustaría compartir algunas premisas desde las cuales pensamos la transición justa:
Los trabajadores y trabajadoras no somos responsables por la crisis ambiental. Vivimos la crisis ambiental cada día en nuestros trabajos pero no somos responsables de esta crisis. Por el contrario, la clase trabajadora es parte de la respuesta a la crisis. Defendemos la necesidad de debatir más profundamente sobre las responsabilidades históricas y diferenciadas de los países en relación a las causas de esta crisis. Dirigimos la responsabilidad a los principales actores económicos - empresas transnacionales - a quienes se les debe cargar con los costos de la transición y no continuar ofreciéndoles apoyo para que desarrollen sus negocios. Rechazamos las soluciones del mercado que consideramos son falsas y solo consolidan el orden económico a beneficio de las empresas transnacionales.
Sin sindicatos no hay transición justa. La transición justa solo es posible con la participación de los trabajadores y trabajadoras y en la garantía de los derechos fundamentales. Es imprescindible que estas discusiones se den en el marco de un diálogo social. Igual de importante es que se garanticen las demandas de los trabajadores y trabajadoras porque de nada sirve que nos sentemos en la mesa a dialogar si luego no se responde a ninguna de nuestras demandas. Los mecanismos de diálogo social y los derechos fundamentales de trabajadores/as en la región están siendo desmontados y atacados. Son estas las principales amenazas a desarrollar políticas de transición justa en la región. Por eso nos preguntamos si ¿Podemos esperar que Chile implemente una transición justa así? ¿Sería suficiente que el gobierno brasilero recupere la normativa de protección medioambiental que quitó mientras en paralelo sigue adelante con reformas sumamente regresivas que quitan derechos al pueblo? ¿Verdad que no?
Y es por eso que la discusión sobre la cuestión ambiental tiene todo que ver con la discusión sobre la austeridad, sobre el paquete de políticas neoliberales, sobre los movimientos anti derechos. Es todo parte del mismo sistema que ha impuesto el privilegio de unos pocos sobre la miseria de las mayorías. Todas esas luchas nos convocan: el Golpe de Estado que se impone impunemente en Bolivia también es mensaje claro de que esas minorías privilegiadas no están dispuestas ni lo estarán nunca a renunciar a sus privilegios.
La lucha feminista, la lucha ambiental, la lucha por la justicia social, por los derechos humanos, son todas luchas de clase, luchas populares. No podemos olvidarnos de eso porque es en ese punto de la intersección en donde encontraremos nuestras mejores y más fuertes alianzas.
Sin democracia no es posible una transición justa. Los llamados a aumentar la ambición para enfrentar la crisis ambiental tienen que considerar el retroceso en materia de derechos humanos y el ataque a la democracia que se vive en América Latina. Una verdadera respuesta a la crisis ambiental sólo podrá venir de gobiernos que respeten los derechos humanos, que convoquen a los trabajadores y trabajadoras a espacios reales de diálogo y que respeten y garanticen los derechos laborales fundamentales.